En esta entrada y en la siguiente vamos a enlazar el discernimiento tan necesario con la realidad, básica e imprescindible, de la escucha. No nos solemos dar cuenta de cuántas de nuestras dificultades a la hora de entendernos con los demás, a la hora de empatizar, a la hora de discernir, que es lo que en este momento tenemos entre manos, tienen que ver con la escucha que está a la base.
Por eso, lo que veremos en esta entrada y en las siguientes es un ejemplo de escucha como base para el discernimiento. Este ejemplo lo puedes trasladar a otras situaciones, de manera que te ayude para, basándote en la escucha, incorpores este discernimiento tan necesario.
En la entrada anterior veíamos cómo Olga ha tomado conciencia, a partir de la escucha, de que los estereotipos estorban a su mirada sobre la realidad. Ha visto también que ha sido gracias a sus compañeros del grupo de lectura que leían el mismo libro desde otras claves más ajustadas a la historia, le ha dado una perspectiva nueva sobre lo que escucha.
Como decíamos, la escucha ha sido y seguirá siendo clave para situarse en adelante. Pero también se da cuenta de que le hace falta encontrar a una persona que le acompañe. Alguien que le ayude a descubrir cuál es su modo de mirar y cuáles son sus puntos ciegos, que ahora sabe que los tiene.
Después de buscar e interrogarse, Olga ha encontrado un acompañante. Lo primero que le pide a su acompañante es que le diga cómo van a hacer este camino. Su acompañante le dice varias cosas, algunas que se refieren a la propia relación de acompañamiento, que no vamos a comentar aquí, y otras que están muy relacionadas con el tema de la escucha y el discernimiento.
Le dice, en primer lugar, que a través de su escucha, la del acompañante, la va a enseñar a ella a acompañar. No es que a cada paso él le diga “mira cómo te escucho”, sino que cuando se sienta escuchada se abrirá a escuchar la realidad mejor cada vez.
¿Y cómo se sabe esto? Porque la verdad, le dice, resuena en nuestro interior, una vez que aprendemos a escucharnos: “aprenderás a descubrir, Olga, cuándo algo que te digo resuena en ti como verdadero, y cuándo disuena, cuándo te tensa o cuando te impulsa a avanzar. Asimismo, una vez que lo reconoces en lo que yo te digo, empezarás a reconocer también tu voz interior, que te dice cuándo algo de lo que estás haciendo o viviendo resuena o disuena, te moviliza, te desalienta, te paraliza.”
De nuevo Olga descubre la relación con el discernimiento. Con el tiempo, reconocerá también que eso que ha aprendido cuando se lo dice su acompañante, le pasa a ella también. Cuando esto sucede, se da cuenta de la necesidad de escuchar su propio interior para comprender los movimientos que se dan en él.
Descubre también que estos movimientos son a menudo afectivos, mientras que ella se ha guiado siempre por la razón. Este cambio de la mente a las emociones le abre, también, todo un mundo: ¡¡Olga no sabía que era preciso practicar la escucha del propio interior!!
En cuanto a lo que escucha, se da cuenta de que mucho de lo que ahora escucha en su interior no está regido por la lógica que le movía antes. Esto también le está enseñando a funcionar de otra manera.
Los encuentros con su acompañante la van llevando más allá, a nuevos descubrimientos. No estamos solos, no podemos abrirnos solos a nada, y menos a una realidad tan desconocida y tan enorme como esta.
El tener una persona que te acompañe, el aprender a reconocer, a veces partiendo de los demás hacia una misma, y otras, de una misma hacia los demás, le hacen ver la importancia de esta escucha del propio interior. Igualmente, la escucha pausada, que ahora viene siendo un “aprender como bebé” porque todavía no sabe interpretar y necesita ser guiada, también son elementos que forman parte del discernimiento.
Puedes descargarte el audio aquí
Imagen: Vincent van Zalinge, Unsplash
Deja una respuesta