En las entradas que siguen vamos a hacer un discernimiento acerca de personas que, desde la situación que viven, se hacen cargo de su vida o no lo hacen. Asumen la situación que viven, o no lo hacen. El “hacerse cargo” es una condición necesaria para alcanzar la madurez.
Para valorar este hacerse cargo comenzamos por traer unos textos que nos permitirán ubicar las distintas situaciones. Aquí va la primera de ellas.
«Fabiola aún no se cree que su novio haya dejado el alcohol. Se lo pregunta todos los días porque sabe que ni cuando estuvo casado fue capaz de dejar de beber un solo día. Pero Jesús ha tenido la humildad necesaria y el orgullo indispensable. Ha pedido ayuda y ha sabido aceptarla. En su grupo de Alcohólicos Anónimos aprendió que esa dependencia sonaría siempre de fondo como el bajo continuo de su vida y que contra esa condición debía construir su identidad de hombre nuevo. «Hasta hace poco no podía pasar junto a la nevera de un supermercado. Empezaba a temblar de deseo. Y cuando recaía, al día siguiente bebía el doble para curarme la resaca. Es un círculo imposible. Pero lo peor es el mono cuando lo dejas, el mono físico pero sobre todo el mental. Ahora lo mantengo a raya a base de lexatines.»
(…)
Del miedo a la locura extrajo Jesús la voluntad para dejar el alcohol. «Comprendí que se me iba a ir la olla definitivamente si no hacía algo. Me asusté de verdad. Se lo conté a Fabi. Si a algo tengo pánico es a perder la cabeza. A partir de ese día empecé a desear de verdad dejar la bebida. Ahora además tomo Sintrom, que es incompatible con el alcohol. La verdad es que estoy hecho una pena.» Pero durante años ha dormido tres horas al día y ahora duerme seis. Reconoce que ignoraba que una persona podía descansar tanto.
Todo empezó por negarse a dormir en el suelo.
(…)
Jesús no es un traficante de aspavientos ni un embaucador de la performance: él tiene la honestidad de saber dibujar. Pero la enunciación de su testimonio está resultando tan cruda —tan natural— que sin pretenderlo consuma un ejercicio de iconoclastia corrosiva en aquel entorno chic. Ciertamente la galería se apunta un tanto publicitario invitando a un sintecho a exponer en sus paredes (con la colaboración del ayuntamiento), pero tendrá que escuchar su historia. «Una vez perdí la cuenta de los días que llevaba sin hablar con nadie. En la calle pueden pasar meses sin que nadie te diga hola», cuenta Jesús. Y el público elegante de aquella blanquísima sala de exposiciones guarda un silencio penitencial.»
Jorge Bustos, Casi. Una crónica del desamparo
Este fragmento del libro de Jorge Bustos sobre el sinhogarismo nos habla de una persona, Jesús, que se ha hecho cargo de su vida, y lo ha hecho en una situación tan difícil como la de dejar el alcohol siendo una persona sin techo.
Aquí tenemos un ejemplo de ese “hacerse cargo” que la madurez implica. Hacerse cargo de la propia vida, hacerse cargo de lo que te está destruyendo y poner los medios para salir de ahí, es signo de madurez. De esa madurez que reconoce las propias limitaciones y les pone remedio para que la vida gane en calidad. Para que la vida sea vida.
Sin duda, entendemos que habría muchas personas que encontrarían en esta situación la excusa para dejarse caer, para dejarse morir. Y vemos también que, en esa situación límite que es el esa vulnerabilidad suma que la calle significa, hay quienes tienen la calidad que hace falta para asumir la situación, para salir adelante. Los motivos serán diversos, pero siempre tienen que ver con una vida que quiere ser tal. En el caso de Jesús, el miedo a la locura ha sido el motivo dinamizador, y le ha movilizado para seguir luchando por su vida, a veces en situaciones cuya intensidad no podemos imaginar.
Vemos también que hay personas, tan visibles y tan acicaladas como el público elegante que le escucha en la galería, que a menudo forman, formamos parte de esos que pasan de largo delante de la vulnerabilidad extrema de Jesús, condenándolo así a un ostracismo de meses: ¿qué dice esto acerca de los seres humanos? ¿Acerca de la madurez de quienes apartan, apartamos la vista y el corazón de este modo?
Cuando leemos la historia de Jesús, podemos caer en la cuenta de las capacidades que el ser humano alberga en sí. Y nosotros, que quizá estamos diciendo “yo no podría”.
Como dice Bertolt Brecht, “Estos son los imprescindibles”.
Puedes descargarte el audio aquí.
Imagen: Glen Hayoge, Unsplash
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