La entrada de hoy hace de gozne entre las que hemos visto en las últimas semanas, acerca del proceso, y las que veremos a continuación, que mirarán al discernimiento. También hablo un poco al final del acompañamiento…
(Para una entrada de ochocientas palabras, un poco denso, ¿no?)
Antes de empezar, pregúntate: ¿qué es para ti “triunfar en la vida”? Cuando lo hayas traído al presente, continuamos…
Yo traigo esta imagen para decirte qué es para mí triunfar en la vida:
Sus ojos lo dicen todo. Seguro que a lo largo de los años ha conocido la soledad, el miedo, el desprecio. Perdió la inocencia, se dolió por ello y se aprovechó después de esa moneda tan común entre nosotros, el “sálvate a ti mismo”. Ha tenido él mismo ocasión de someter, engañar y ha herido, queriendo a veces y otras sin querer. También ha vivido fiestas, días de sol, aniversarios, ideas grandes. Ha experimentado el deseo de luchar, la rebeldía, ha vivido fracasos y aciertos, pequeños y numerosos. Ha aprendido, ha procurado aprender de lo que vivía y ahí lo tienes, consciente de tantas cosas. Ha tenido aspiraciones personales, y su corazón ha latido con los sueños de su pueblo. Se ha sentido sobrecogido por la belleza de Dios/el Trascendente presente en los árboles, los ríos, las montañas, el aire que respira… y ha conocido la tentación de dudar de él cuando la vida le daba la espalda. Ha construido con otros, ha querido caminar solo, ha trampeado con lo uno y con lo otro, se ha entretenido con las pequeñeces y se ha evadido a través de ellas; ha sido un buen amigo, paciente y fiel, y también ha traicionado, rechazado, manipulado. Disfrutó mucho, ha padecido miserias y hoy sabe que la risa cura muchas heridas. Se supo pequeño, y esperó que Dios hiciera el resto. Ahora no vive centrado en sí mismo, sino que es con otros, para otros como dice su mirada acogedora, hermana. Ha amado intensamente, y ha conocido la experiencia del desamor, provocado y padecido… ha experimentado la fuerza de la vida al aire libre y se ha sentido expuesto a la intemperie…
De todo. Le ha pasado de todo, como a la mayoría de nosotros. En una vida ya vivida, tienes la posibilidad de experimentarlo todo, tienes ocasión de conocer de qué manera las distintas experiencias afectan al corazón humano.
Pero este hombre – mira sus ojos- ya ha vencido en esta batalla de la vida. Los ojos no engañan. Los ojos dicen qué es lo que, en medio de todas esas vivencias, las que dan vida y las que dan muerte, hemos escogido una y otra vez. Perdió la inocencia, pero no dejó de anhelar la pureza. Por eso sus ojos, al fin de la vida, han vuelto a ser limpios. Luchó por un mundo mejor, se atrevió a amar cuando otros no lo hacían, experimentó que el amor podía vencer sobre los rechazos, como dice su mirada acogedora, positiva, entrañable.
Y no sabemos qué cosas que le han pasado, de dónde es, cuánto ha vivido o dónde morirá. Pero se hace claro, a mí se me hace claro al menos, en su mirada confiada y directa, fraterna y reconciliada, que la Vida ha vencido en él.
A esto llamo yo triunfar, acertar en la vida, ganar la partida.
Y tú, ¿en qué piensas cuándo piensas en triunfar en la vida?
P.D. El acompañamiento te ayuda a lograr estos objetivos vitales que no te propones –ni te imaginas-, los que vienen dados -seguramente, porque aquellos que te propones, la vida los suele tirar-. El acompañamiento te ayuda a que llegues a ser la persona que llevas dentro, la persona que estás llamada a ser. Y es posible que este hombre no haya tenido acompañamiento regular ni cosa que se le parezca, pero seguramente se ha preguntado por el valor de verdad, de vida, de belleza, de comunión que iba viendo en su vida, e iba eligiendo esa Vida siempre que ha tenido ocasión. También habrá tenido amig@s que le han enseñado a ser, que le han ayudado a ver… y en medio de todo, ha elegido aquello que le mostraban esos acompañantes que se encuentra en el camino. Así es como, paso a paso, vamos haciéndonos lo que estamos llamados a ser. Hace falta escucha, deseo de verdad y de vida, voluntad de escoger aquello que reconocemos como más verdadero en nuestro interior. Lo demás, Dios/el Trascendente lo pone en nuestro camino a través de situaciones, personas, problemas que nos van enseñando a ser lo que llevamos dentro, lo que hemos de llegar a ser en favor del mundo.
Imagen: Karen Elder, Unsplash
Para mi triunfar en la vida…
Podria dar muchas razones, pero lo que estoy descubriendo en este momento de mi vida es que triunfar en la vida es no tener miedo a mi “ser”. Sentirme una priveligiada en manos de Dios por mi vida. Y aprender a mirarme, abrazarme, cuidarme para cada día, poder ofrecer lo mejor de mi a lo que Dios vaya poniendo en mi camino, y siempre caminar y ser portadora de Esperanza.
O sea que triunfar en la vida, en este momento, tiene que ver con amarte más y mejor. Con fiarte de lo que Dios va haciendo, con amarte y mirarte como Él te ama, para poder mirar y amar así a los demás… ¡no está nada mal, Mariajo!
A mi me ha dado luz tu reflexión Teresa, gracias. Más estos días q, como otros tantos, me veía más centrada en problemas q otra cosa. Y llevaba a Dios más de acompañante de mis cosas q otra cosa. Dar paso a la vida, esa actitud, te coloca en otro punto, verdad? Desde el día a día, en las pequeñas y grandes cosas. Si, como una alegría hay de fondo si vives así, aunque todos los días no la veas (yo ni de lejos muchos!). Si, no es q triunfes tu, más q la vida triunfa en ti. Gracias!!!
No es que triunfes tú, Carmentxu. Es que la vida triunfa en ti cuando te atreves a acogerla… tal como viene, y tal como deseas que la acoja tu corazón. Por ejemplo, los problemas vienen, pero te puedes centrar en ellos o en esa mirada que da vida… y según elijas, la vida va sabiendo a una cosa o a otra. Por eso nos viene bien pararnos y preguntarnos a qué sabe, para corregir ese sabor si no es sabor a verdad, a ser con otros, a vida vivida…